Thursday, November 15, 2012

La Conducta de los Padres se Refleja en los Niños


Desde que nacen los niños aprenden del ambiente que los rodea. Las personas cercanas al niño participan de este proceso de aprendizaje Es a ellos a quienes los niños observan y también son ellos los que muestran al niño diferentes formas de ser constantemente. Los niños imitan o copian a sus padres en la forma que hablan, en los gestos y en la forma que se relacionan con otras personas. Este fase de aprendizaje crítico, conocido como modelado, ocurre constantemente y juega un papel importante en el comportamiento de los niños.

Muchos padres ven a sus hijos como pequeñas versiones de sí mismos y en cierta forma esto es cierto. Ellos se sienten orgullosos cuando ven que sus mejores cualidades se reflejan en el proceder de sus hijos, pero por otro lado les cuesta mucho aceptar que los niños también copian de ellos conductas no tan agradables. Los padres son el ejemplo continuo de la conducta del niño y como tal, deben reflejar en todo momento con su comportamiento el ejemplo que quieren que su hijo adopte.

El modelar un buen ejemplo para los niños no se va a reflejar en un cambio inmediato en su comportamiento . Para que el niño adopte el modelo al que se le expone necesita observar, asimilar y luego aplicar la conducta que ve y esto es un proceso que lleva tiempo. Esta es la razón por la cual paciencia y constancia son herramientas esenciales para los padres que quieren ayudar a sus hijos a modificar su comportamiento. Un niño que crece en un entorno con consistencia en sus rutinas, en las reglas que se usan en la familia, y en la forma en que se le habla, desarrolla seguridad y confianza en sí mismo y en los demás.

Los niños que crecen en un entorno con consistencia en la forma que son tratados, son más relajados y se sienten cómodos con el ritmo cotidiano para comer, dormir y jugar. Teniendo esto en cuenta, la consistencia en la rutina es una importante herramienta para los padres que quieren modificar un específico comportamiento de sus hijos.

Una forma sencilla de ser coherente en la forma de comportarse es cuando los padres enseñan a sus hijos a saludar a los demás. A menudo, cuando visitamos a amigos o familiares, sin importar la edad, los niños son sometidos a un curso acelerado en la etiqueta de saludo en el momento antes de tocar el timbre. Por otra parte cuando llega el momento de despedirse, muchas veces son físicamente obligados a abrazar alguien o que uno de los adultos levanten el brazo del niño haciéndoles hacer el gesto de adiós. A pesar de todo esto nada garantiza que el niño va a recordar estos rituales y mucho menos que colabore en cumplirlos la siguiente vez que esté en esa situación. La esperanza que todas estas expectativas se cumplan un instante antes de una nueva interacción sólo alimentan inseguridad y ansiedad.
Por otro lado, un niño que siempre ve a sus padres saludar a amigos, extraños y compañeros de trabajo recibe el mensaje que saludar es parte de la vida entre seres humanos y si a eso se suma una explicación paciente de la importancia del saludo, el niño adoptará el saludo como parte de interacción con otras personas.

Considerando la influencia del comportamiento de los padres en los niños, es importante que las personas que pasan tiempo con ellos, cuando los padres no están, tengan los valores y normas de conductas que los padres quieren que sus hijos tengan como ejemplo. Esta quizás es una de las condiciones más importantes para los padres cuando van a contratar a un profesional para hacerse cargo del niño en su ausencia . No sólo debe ser un profesional de confianza, además debe exhibir hábitos y valores que están en consonancia con los de la familia, lo cual es de suma importancia. Los estudios sugieren que el comportamiento o estado mental, como la depresión, de una educadora puede afectar a un niño.
Hay que tener en cuenta que un niño nunca deja de buscar a sus padres para obtener ejemplos sobre cómo modelar su propio comportamiento. Esto puede hacer a reflexionar a los padres sobre cómo un observador externo podría percibir su interacción con otras personas.
Aquí es donde los niños adquieren valores como la valentía, la integridad, la autenticidad, pero también, actitudes como la condescendencia, arrogancia, la soberbia. Los niños perciben matices en el comportamiento de sus padres.
Apreciar la importancia del trabajo y el establecimiento de metas son algunos de los valores, que sin proponérselo, pueden inculcar en sus hijos a través de su propia actitud ante la vida, sin necesidad de darle una conferencia de la importancia del trabajo en la vida de una persona. Del mismo modo, las sutilezas en algunas de las interacciones también puede influir al niño. Por ejemplo, si un padre trata a la educadora del niño diferente que a un amigo o familiar, pone al niño en la posición de no entender porqué algunas personas deben ser tratadas mejor que otras. Cuando los padres contratan a una ama de llaves, que pueden no tener los medios para rechazar un poco de trabajo extra, y a la que también le encargan el cuidado del niño están inculcando en sus hijos los beneficios de tomar ventaja de los demás. Cuando los niños crecen viendo la marca de ropa de sus compañeros antes de tomar la decisión de hacerse amigo de ellos no debiera sorprender que una parte importante de su educación estuvo en manos de alguien más interesado en lo superficial. Obviamente estos rasgos no son asimilados de un día para otro, los niños buscan patrones y consistencia incluso en las interacciones de los padres para encontrar el modelo de comportamiento.

Los padres a menudo consideran que para ser un buen modelo, tienen que convertirse en una persona completamente diferente cuando el niño está presente. Sin embargo, es imposible ser dos personas completamente diferentes. Desde edad temprana los niños pueden percibir esta dualidad. Algunos estudios han encontrado que los niños empiezan a comunicarse mediante la lectura de las expresiones faciales y pueden notar la diferencia entre una sonrisa sincera y una que esconde el dolor. Por esta razón, es importante que los padres sean auténticos en sus interacciones con los hijos. En un esfuerzo por proteger a sus hijos de malestar o tristeza , hay padres que prefieren mantener las conversaciones adultas lejos de los oídos del niño. Obviamente que para tratar situaciones más graves van a preferir más privacidad. Lógicamente que es saludable para a un niño no presenciar ese tipo de conversaciones, pero cuando los padres luego de una conversación muy seria o hasta violenta tratan de aparentar delante del niño que nada ha pasado terminan por confundir al niño. Además considerando la frustración de los padres de no poder esconder sus sentimientos reales, modelan ante el niño una conducta dual y falsa. Todo esto puede conducir a que el niño desarrolle un mecanismo de autodefensa ante situaciones serias.

En estas circunstancias lo mejor es decirle al niño que hay una situación especial y explicarle en forma breve y simple, y considerando la edad del niño, que a veces hay situaciones complicadas y no agradables, pero que los adultos van a tratar de solucionar el problema y asegurarle al niño que él va a estar bien.

A veces los niños son testigos de situaciones muy intensas, como una pelea a los gritos, o una tragedia. Especialmente en estos casos, es importante hacer frente a lo que está sucediendo y tranquilizar a los niños asegurandoles que todo esta bajo control y que finalmente todo pasará. Este tipo de conducta le está enseñando al niño cómo mantener el control durante situaciones difíciles. A menudo, los niños experimentan el lado más animado de las emociones, como la ira, la desilusión o incluso la felicidad extrema. Es importante tener presente que los niños pueden sentirse abrumados por las emociones buenas igual que por las emociones tristes o violentas y ambos casos pueden resultar en frustración y lágrimas, ya que aún no están familiarizados cómo se controlan o entienden esas emociones. Los niños también prestan atención cómo sus padres actúan cuando están frustrados, enojados o abrumados por la emoción. En resumen, un padre que golpea una puerta con ira inevitablemente tendrá en algún momento también un par de manos pequeñas golpeando una puerta. Por esta razón, es importante reconocer la existencia de situaciones que despiertan emociones negativas cuando es el momento apropiado, en lugar de tratar de esconderlas.

Comprendiendo el efecto del comportamiento adulto sobre los niños, les da a los padres la oportunidad de poner en práctica ellos mismos el cambio que quieren lograr en la conducta o hábitos en la vida del niño. Esto es especialmente importante cuando los padres se dan cuenta que hay algo que están acostumbrados a hacer que quieren cambiar o ajustar para ayudar a su hijo. Por ejemplo, cuando las familias cambian a una dieta saludable o tratar de establecer límites firmes. En estas circunstancias, es importante notificar primero al niño que habrá un cambio y explicar cómo será el cambio; entonces, los padres pueden modificar su comportamiento y mantenerse en la nueva rutina ayudando con su ejemplo a que el niño adopte el nuevo comportamiento más fácilmente.

Por ejemplo -Yo se que siempre te dejamos comer dulces cuando quieres, pero como es mejor para ti, de ahora en adelante vamos a cambiar, y los dulces los puedes comer después de la comida-.

A modo de aclaración siempre es importante tener en cuenta la edad y el nivel de desarrollo de un niño. Referir una situación a un niño significa explicarle algo en forma apropiada a su edad y a su desarrollo emocional. Los niños no tienen tienen la capacidad de procesar y entender cosas como la muerte, promociones o viaje, pero presentando esta situaciones de una manera paciente y simple lo ayudará a aceptar los cambios que esas situaciones presentan.
A los padres que conscientes de cómo su propio comportamiento influye en su hijo pueden pensar que solo siendo candidato a Premio Nobel no van a exponer a sus hijos a modelos inadecuados, deben recordarles que aprender de los errores es una de las lecciones más importantes como modelo de conducta. Cada persona es quien es.

Después de todo que mejor momento para hacer cambios positivos en la vida que cuando las consecuencias de las propias acciones afectan a la formación de una nueva persona.


Referencias:
 http://extension.missouri.edu/explorepdf/hesguide/humanrel/gh6115.pdf
http://www.marshfieldnewsherald.com/article/20120706/MNH04/207060367/Column-Caregivers-aid-early-childhood-brain-development

2 comments:

  1. Ah! Cuan cierto. Yo siento que los cambios más difíciles de lograr suceden cuando los niños reflejan aspectos nuestros que negamos tener. Entonces nos enojamos con el niño por su comportamiento, pero en verdad es un enojo con nosotros mismos, con nuestra falta de amor o de verdad, o de cortesía. Por eso, tanto si somos padres como maestros, creo que es una gran oportunidad para continuar creciendo como personas, no existen espejos más fieles e incondicionales que los niños.
    ¡Gracias por este valioso post!!

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  2. Fer
    Gracias por tu comentario. Este es un tema inagotable. Tu aporte es muy claro y preciso. Gracias.

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