En el articulo adjunto se hace referencia a estudios hechos últimamente donde se demuestra la capacidad de razonamiento preciso que tienen los niños menores de un año. Estos estudios reafirman la importancia de comunicarse con los niños desde el momento del nacimiento y al mismo tiempo invalida la creencia de muchos padres que durante el primer año niños nada mas tienen la capacidad mental para responder a nuestras vocecitas insólitas, caritas ridículas, y cosquillas.
La comunicación entre seres humanos comienza aún cuando no se conoce el exacto significado de las palabras, es la repetición de esas palabras y la expresión corporal que las acompaña lo que enseña el significado. Anticipar con palabras que vamos a cambiar los pañales, y luego proceder, sin prisas a hacerlo, es una forma de usar las actividades de la vida diaria del bebes para entablar una conversación. Describiendo cada paso del proceso de cambio de panales por ejemplo, ayuda a que se establezca esa conexión y motiva la colaboración del niño.
Formular preguntas lógicas, y esperar una respuesta puede conducir a un dialogo, por ejemplo,
– Tienes hambre? Cociné avena, quieres comer?
Y mostrarle al mismo tiempo el plato con la avena. O hacer referencia algo que pasa en ese momento, como
– Oh! Se me cayó la cuchara.
Es muy probable que el niño siga con su mirada todo lo que ocurre y mire a los padres. Estando muy atentos a la respuesta del niño las situaciones que invitan al dialogo son innumerables, solo hay que observar atentamente al niño e involucrarse en la conversación como lo hacemos con otro ser humano.
Es diferente cuando no se establece esa comunicación, cuando simplemente no se le habla al niño asumiendo que no entiende, que nosotros por el hecho de ser adulto, sabemos cuales son sus necesidades y muchas veces actuamos en base a suposiciones y adivinanzas.
Observando cuidadosamente al niño aprendemos a entender su mensajes. El llanto es la forma que tiene un recién nacido de expresar su molestia. Tratar de suprimir ese intento de comunicación con distracciones, poniéndole un chupete en la boca o con el famoso ”Shhh” no ayuda al entablar la comunicación basada en respeto.
Hablarle con respeto a un niño, implica tratarlo como un ser humano normal, con capacidad para entender, asimilar el mensaje y dar una repuesta. Respetarlo significa tener presente que el tiempo que necesita el niño para elaborar la respuesta es diferente al del adulto.
El lenguaje es mejor aprendido por la interacción entre seres humano, como lo ha demostrado la Dr. Khon (http://tinyurl.com/3e34o42), tarjetas, videos e incluso programas de computadora supuestamente hechos para bebes no sirven y definitivamente no deben reemplazar la comunicación humana.
Es conveniente tener presente que no hay caminos cortos para ser padre, y que las primeras experiencias del niño con el lenguaje van a tener un marcado impacto en su desempeño en la escuela.
Los bebés utilizan la razón para predecir hechos futuros antes de empezar a hablar
Un estudio demuestra el humano es capaz de inventar soluciones a problemas nuevos sin saber nada del pasado
Los bebés de un año de edad son capaces de predecir acontecimientos futuros de forma «racional y precisa», incluso antes de empezar a hablar, según un estudio coordinado por la Universitat Pompeu Fabra (UPF) que pone de manifiesto la capacidad de respuesta de los menores ante estímulos complejos.El coordinador de la investigación, Luca Bonatti, ha precisado que el estudio demuestra que la capacidad humana de «inventar soluciones a problemas nuevos sin saber nada del pasado», en realidad es una característica que aparece en una edad muy temprana.Hasta la fecha se conocía que los bebés son capaces de comprender movimientos físicos y contar cantidades de objetos, entre otras habilidades cognitivas, y ahora Bonatti defiende que ha quedado demostrado que los pequeños también son capaces de «corregir una idea preconcebida mirando lo que pasa», es decir, modifican las expectativas de lo que puede suceder con el resultado de la experiencia.La investigación, que publica la revista «Science», ha medido el tiempo de respuesta que utilizaron los bebés a un estímulo visual que actuaba como indicador de sorpresa, y que se basa en que un bebé acostumbra a mirar con mayor atención cuando descubre algo nuevo que le sorprende, y durante menos cuando lo que sucede es algo que ya conoce.
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