Es algo muy común que los padres midan el progreso de sus hijos comparándolos con otros niños de la misma edad. La ansiedad se apodera de ellos si por ejemplo su hijo no empieza a caminar, o hablar al mismo tiempo que otros niños. Aunque ésto es hasta cierto punto comprensible, las presiones para que el niño haga cosas para las que no está listo pueden terminar afectando negativamente su desarrollo en diferentes niveles.
Es importante tener presente que no todos los niños son iguales y que cada uno necesita más o menos tiempo para crecer y aprender. Los padres pueden participar activamente en el desarrollo del niño observándolo e identificando sus necesidades sin forzarlo a hacer cosas para las que no están maduros ni física ni psicológicamente.
Aunque si bien es cierto que se puede enseñar aun niño a caminar por ejemplo, poniéndolo en una andadera se está alterando el proceso de desarrollo neural que ocurre en todo ser humano. Sin darle a los niños la oportunidad de reconocer su propio cuerpo en este caso especifico sus piernas, se los sube a un aparato que los que “hace” que se muevan. En lugar de que el chico procese el significado de la función de sus piernas para descubrir por sí solos cómo caminar se los apresura a caminar con la “ayuda “ de la andadera. Si los padres no confían en que el niño es capaz de aprender a caminar derecho, cómo pueden esperar que aprenda al mismo tiempo a caminar, mantener el balance y además usar un aparto. Esto también se puede aplicar a las impaciencia de los padres para que los niños hablen o aprendan a no usar los pañales.
Cada etapa del desarrollo de un niño es un proceso natural que no debe convertirse en una carrera donde el que camina, habla o deja de usar los pañales primero gana un premio. Esta conducta da al niño el mensaje de que tiene que actuar de acuerdo a las expectativas de los padres, y que el por sí mismo no es suficientemente aceptable.
Aun dentro de las mismas familias las competencias conducen a rivalidades. Las cosas empeoran cuando se hacen comentarios en presencia de los niños. Asumir que los niños no escuchan o que no entienden es subestimar su capacidad intelectual. Aún cuando parece que un niño no esté prestando atención a través del lenguaje corporal o con la conducta de los padres el niño esta recibiendo el mensaje que para ser aceptado debe competir. Generalmente las rivalidades entre hermanos y primos que comenzaron de esas comparaciones duran a lo largo de la vida sin que los protagonistas identifiquen plenamente el origen.
Prestar atención al desarrollo del niño y aceptarlo incondicionalmente como persona es fundamental para ayudarlo a aceptarse a si mismo y a los otros seres humanos y crea las bases para su confianza y seguridad en sí mismo.